¿Cómo
garantizar el recuerdo? ¿Cómo hacer para que los horrores cercanos en el tiempo
no se transformen en palabras y espacios
huecos, vacíos, fríos y tranquilizadores
para nosotros en la medida en que nos permiten depositar y dejar allí, afuera
nuestro, todo el dolor que encerraron y que testimonian?
¿Cómo
preservar la memoria? ¿Cómo hacerla presente en la construcción del hoy?
La
memoria es un tema clave en nuestro tiempo y objeto de estudio privilegiado ..
Horrores cercanos y millones de muertos nos obligan a reflexionar sobre ella y
a asumirla como desafío.
Testigo,
testimonios, marcas territoriales y monumentales del horror. Cuerpos y
espacios que fueron lugar de actos
feroces nos ponen frente a la necesidad de pensar en cómo hacer para no olvidar
y continuar.
En
estrategias de desarrollo personal nos acercamos a los horrores de los campos
de concentración alemanes a través del
relato de algunos de sus sobrevivientes que, al tiempo de sentir la necesidad
de testimoniar lo que de otro modo suponen sería inimaginable para cualquier
persona, señalan la insuficiencia del testimonio. Afirman que el testigo pleno
de esa desmesura es el que allí murió.
Trabajamos
la necesidad de memoria sobre los hechos
y delitos de lesa humanidad más cercana a nosotros en el tiempo y el espacio
ocurridos en el marco de la dictadura militar argentina de 1976. La
desaparición como característica especial del régimen de terror instalado en
ese período nos lleva a otro interrogante. ¿Cómo hacer presente la ausencia
total? ¿Cómo marcar la falta por Desaparición forzada?
El
Parque de la Memoria, monumento a las víctimas del terrorismo de estado, es el
resultado de las acciones que, en este
sentido, llevaron adelante los organismos de derechos humanos. Desde 2009 y a
través de una ley votada por la mayoría de los diputados de la ciudad de Buenos
aires, se otorgó al Parque de la Memoria un marco jurídico y administrativo
tendiente a preservar las políticas públicas de derechos humanos y la memoria a
largo plazo.
Memorial,
lugar de duelo en el que se hace patente la falta. Recorrimos el camino que
como una cicatriz en la tierra nos conduce desde el comienzo del monumento (la
pampa, la tierra firme) hasta el museo del sitio, frente al Río de la plata
(río al que fueron arrojados desde aviones cuerpos de víctimas del terrorismo
de estado). Cicatriz formada por un muro
bajo en el que se insertan, con algo de relieve, las placas recordatorias de
las víctimas. Algunas de estas placas
tienen el nombre de aquel cuerpo que fue reconocido y recuperado, pero muchas
otras placas continúan vacías, sin nombre, y a
la espera del hallazgo e identificación que le reponga el nombre al que
es aún un desaparecido.
El
respeto, el silencio y la perplejidad nos acompañaron a lo largo de todo el
recorrido. Tocar las placas, leer los
nombres, sacar cuentas y advertir que muchos eran muy jóvenes en el momento de
su desaparición, “casi como nosotros” dijo uno de los chicos, fueron acciones
que espontáneamente realizaron.
Patentización
de lo recuperado y de lo que aún falta; marca física en el territorio, el
parque de la memoria da cuerpo a aquello
que se intentó no lo tuviera.
Antes de llegar al final del camino, un
balconeo sobre el mismo Río de La Plata nos enfrenta a una obra que sintetiza
los horrores. “Reconstrucción del retrato de Pablo Miguez” (secuestrado a los
14 años) de Claudia Fontes se emplaza en el Río y su visión completa depende la
altura del mismo y del movimiento de sus aguas.
Prof. Betina Bandieri
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